domingo, 12 de diciembre de 2010

'My sweet Prince'

Pensaba que me estaba volviendo cruel.
Que disfrutaría dedicándote canciones que odio y cambiando la presión de las cuerdas de tu guitarra para que los inexplicables desacordes jueguen al Póker con mis sonrisas.

Resultó al final que manché sábanas en distintos cuerpos buscándote y las fichas de  juego tenían ceros de más. Resultó también que posé mi confianza en la galletita de chino y me resbalé descaradamente en el único escalón inexistente que conducía al mundo real. Sin salsas agridulces que se que apoderan de su  terminación, me regalan prefijos varios y nuevas teorías sobre tu música.

Tu capacidad de improvisación juega al escondite con mi imprevisto y este juego no sé si permite colocar dos fichas en una misma casilla o si el chantaje de la inocencia que desprende puede mitigar la quizás, pérdida, cuando el dado termina 
su jornada laboral.

Puede que debiera de firmar la nueva reforma laboral, sufriendo mañana de amnesia y achacando típicas consecuencias de ludopatía.

Un juego nuevo cada día, a cada una de tus notas.

Hasta que llegue el acorde final.

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