martes, 30 de noviembre de 2010

Dame castillos de arena...

Escribiré de hoy,
como muchos otros días que pelean por ganarse el puesto a la perpetuidad
y no morir con la siguiente neurona condenada al analfabetismo vital.

Decodificaría cada paso que doy, patada, maltrato al suelo que piso.
Sacaría el jugo a la visión,
a la respuesta y retroalimentación entre mis pupilas,
todo aquello que creo ver.

Extraería la melodía de todo lo muerto, asesinado y premeditadamente destinado a la no contigüidad.
Añadiría segundos incluso silenciados a esta canción musal
y te cogería de la mano para que sientas que detrás de todo fin hay un comienzo
y juguemos a saltar de cuadro en cuadro de la calzada.

Tomar una sobredosis de azúcar y aporrear el piano.
Saltar en la cama hasta hacer saltar los muelles,
arruinar a Pikolin y no dormir nunca para romper su plan de pensiones.

Coger lunas y soles con la mano y tragarnos las llamadas telefónicas.
Pervertir sus teclas y violar su micrófono con tan solo descolgar.
Comenzar nuestra cadena perpetua de videollamada,
sin vídeo y con mucha nada.

Porque nos hemos quedado congelados saltando de línea en línea en el cruce.
En la carcajada que cubrió todo el cupo de mi mente por instantes.
En el subidón de azúcar de la piruleta
y el castillo de arena que pereció en la orilla.

Dame más razones para perder el tiempo.
Más meses para inventar.
Más estrellas para descubrirte y concederte deseos.
Más cigarros y nervios para arrancarte.
Más copas a las que invitarte y madrugadas que soportarte.
Todo lo que comience por más
y termine por cuidarte.

1 comentario:

  1. Hay tantas de esas cosas que me gustaría hacer hoy! Y escribir sobre ellas.
    Lo de la sobredosis de azúcar probablemente lo necesite.
    Me encantaría saber aporrear el piano.
    Y tengo miles de razones para perder el tiempo. Todas buenas.
    Un beso.

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