martes, 31 de agosto de 2010

Un minuto treinta y ocho segundos...


Un minuto treinta y ocho segundos.

Silencio


Luz tenue.

Decadencia musical. Extremidades armoniosas en desuso.

Una última función para el último compás de su latido, el visitante numero un millón, ascendente hacia el pódium del éxito tras su fatiga cerebral y consecuente asma orgánico.

Escasea la sangre, la salinidad hace efectiva su ciencia. Esta vez no hay normas, porque las invento yo.

Público… silencio, qué mejor que un suspiro mutuo, con asientos demasiado estrechos, excusa perfeccionista para los más descuidados.

Y si la corchea se apodera de los peones, y si añadimos un segundo más, y si la capacidad de cálculo se ve alterada por el eco. La bomba explota milésimas más tarde por una infidelidad de la densidad del aire, porque hemos cambiado el ritmo de este momento fusionando nuestros labios.

Ya sé que no esperas palmas 'aplausibles', sino quedarte con tu pentagrama a solas y pedir a Dalí que conciba una nueva nota. La que siempre se queda en medio de la nada, la que nunca conseguiste encontrar.

Mientras…seguiremos fingiendo entender tus espacios en blanco.

Y si no existiera el 'y si' y las dudas cuestionables las hiciéramos factibles. Si esa bomba destruyera las interrogaciones y las palabras sobraran, ¿encontrarías hoy, con esta melodía..la forma de decírmelo? Perdón, me acabo de contradecir, pero ha coincidido con un acorde.
He sentido tu pulso en el cuerpo del piano y he frustrado la teoría.

Quizás esté comenzando a escucharte como tú quieres, mientras te repites…una y otra vez.

Y no necesite esta limosna de luz, y mis ojos no deseen tus manos, y que todo sea contravisceral, y que los oídos sean 5, un sentido para luchar contra cualquier pandemia.

Caer en un todo a falta de entendimiento e irme de copas con tu aliado, enseñarle pues que falleció dejando huérfanos a millones de colores que todo el mundo cree conocer.

Qué hacemos ahora, que vamos por el minuto treinta y me quedan ocho para describir toda una vida, la que nos queda.

Muestra que todo es plausible y que con un pentagrama podemos ser Riddick, ver dónde no quise ver, enseñar selectivamente a otros oídos y cuando llegue la luz…ser uno más.

Ese será nuestro secreto.





http://www.youtube.com/watch?v=5GaQr4PSh_I&feature=related

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